Los cursillos eran intensivos y de sólo un mes y la salida era ya hacia unidades del frente.
Terminada la guerra y tras la desmovilización, estos alféreces empezaron a quedar disponibles, y posteriormente se organizaron unos cursos "de transformación" en las Academias de Zaragoza y Guadalajara, donde tras el examen de ingreso y dos años de estudios se convertirían en efectivos.
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