La Ley 17/1989, Reguladora del Régimen del Personal Militar Profesional, no incluyó la Medalla de Sufrimientos por la Patria en la relación de recompensas militares que podían concederse, por lo ha de considerarse derogada desde entonces. De esta forma tan poco decorosa, terminaban 175 años de historia de una de las condecoraciones militares más antiguas de España. Hoy hubiera cumplido 208 años de existencia, la Medalla de prisioneros militares, conocida también con el nombre ya citado.
En ningún documento oficial se alegan o hacen públicos los motivos que llevaran a esta decisión. Tampoco existe constancia documental de qué hecho o hechos dieron lugar a la supresión de la misma. Tampoco en ese momento se establece ninguna recompensa que sirviera de premio para los hechos y situaciones que antes premiara esta medalla.
Como la historia es muy tozuda, unos años después de esta supresión, las Fuerzas Armadas sienten la necesidad de contar con una recompensa para reconocer estos méritos y situaciones, ya que durante la —reciente entonces— participación española en misiones de mantenimiento de paz, se producen casos con lesiones graves o fallecimientos en acto de servicio. Por ello en 1995 se añaden nuevos supuestos de concesión a la Cruz del Mérito Militar, en los que para obtener el distintivo amarillo, se establecen por los siguientes motivos:
— los hechos que pongan de manifiesto, dotes de valor, serenidad o iniciativa en circunstancias de grave riesgo derivadas de la relación de servicios del interesado
— los que, comportando una especial conducta meritoria, tengan como consecuencia el fallecimiento o lesiones graves en acto de servicio, y
— los méritos contraídos por los militares capturados por el enemigo o fuerzas hostiles mientras permanezcan en esta situación.
Es decir, básicamente y adaptados a los tiempos actuales, los que ya se establecieran en el siglo XIX para esta medalla.
La descripción solo indica que la medalla sería de oro o plata, llevando un castillo rodeado por una cadena y con la inscripción SUFRIMIENTO POR LA PATRIA.
Pero podemos encontrar innumerables variantes de esta medalla, que difieren entre sí en la forma, dimensiones, materiales empleados, acabados, formas de llevarse, y en las cintas.
El modelo más conocido que añade una orla o corona de laurel alrededor, pasa a ser el más usado. Este diseño, acabaría oficializado con la figura publicada en el reglamento de 1926, siendo curiosa la ausencia de mención alguna a esta orla de laurel en ninguno de los textos conocidos.
De la primera época podemos encontrar ejemplares sencillos, simplemente troquelados en diferentes materiales, tal y como indica la orden de creación, o más elaborados, con esmaltes, trofeos, etc. De este segundo tipo encontramos insignias confeccionadas de una sola pieza, y también de dos, tres o más, engarzadas para conseguir el conjunto. Algunas de las medallas que han llegado hasta nuestros días, bien en colecciones particulares, bien las que se exhiben en museos, pueden ser consideradas de fantasía, con formas no circulares, y con adición de elementos como trofeos, piedras preciosas o semipreciosas, etc.
La medalla sufre una evolución aumentando de tamaño desde los 25 milímetros iniciales hasta los aproximadamente 30-32 de los últimos años. Igualmente la calidad de los materiales empleados en su confección, es cada vez peor, pasando de los ejemplares de oro (o dorado) y plata (o plateado) a materiales más baratos y ligeros, unido en numerosas ocasiones a una pérdida de detalle y acabado en los elementos que la componen: castillo, inscripciones, esmaltes, etc.
BIBLIOGRAFÍA PRIETO BARRIO, Antonio: “Medalla de Sufrimientos por la Patria”, OMNI Revista de numismática, 2 (2010), pp. 86-95
QUESADA GÓMEZ, Agustín: “Medalla de Sufrimientos por la Patria (1814-1990). Reivindicación de un nombre histórico y de un espíritu glorioso”, Tierra, Mar y Aire, 353 (2016), pp. 35-38.
RIVERO DÍAZ, Fernando: “Medalla de Sufrimientos por la Patria”, Revista Guardia Civil, 878 (6.2017), pp. 111-114.
Comentarios
Publicar un comentario